jueves, 2 de agosto de 2012

ÍO Y LA LADRONA DE PALABRAS



Sé, porque muchos de vosotros me lo habéis hecho saber, que últimamente se os han acelerados las ganas de “verme/leerme”. Lamento que la espera se os haya hecho larga pero albergo la esperanza de que percibais como bueno lo que se ha hecho esperar. Ha sido una época complicada en el campo personal. He cocinado el trabajo a fuego lento, como los buenos guisos de la abuela y además he iniciado un proyecto paralelo de reciente creación, que le ha ganado horas al tablero. Lo he llamado CoordenadasDeTinta, y desde ahora mismo os invito a conocerlo un poco más de cerca. (Encontraréis desde ya un acceso directo en esta misma página, justo debajo del título).

Bien, pues volviendo a lo que hasta aquí nos ha traído.
En esta ocasión versaremos sobre miedos y esperanzas. Muchos son los miedos y las fobias que marcan la vida de las personas, pero normalmente todos somos capaces de ponerlas en palabras, de expresar de algún modo aquello que nos martiriza el alma de forma tan aleatoria. Yo mismo, sin ir más lejos, tengo cierto miedo a las alturas, al dolor físico, a los dentistas, a despertarme un día y no tener con quien llenar el hueco de mis brazos… pero también tengo una esperanza con la que lucho cada día contra cada uno de esos fantasmas.
Pero ¿y si no existieran las palabras con las que definir nuestros miedos? ¿Como expresarlos? ¿Como pedir ayuda? ¿Como evitar que nos tomen por otro loco más? ¿Como hablar si los términos necesarios para expresarte no habitan en nosotros? En este caso, la única esperanza es que alguien pida auxilio en nuestro nombre.

Quiero mostrar, llegados a este punto, mis más sinceros agradecimientos a dos personas muy especiales: Ío, jovencísima protagonista de esta historia, y su madre, narradora de la misma.
- Mi pequeña y encantadora Ío: Tu corta edad aún no te permite comprender estas palabras que hoy te dedico, pero un día alcanzaras a entender el regalo que ha supuesto para mí el haberte conocido.
- Adorada madre de Ío: Una vez más te debo mi gratitud. Gracias por permitir que tu precioso retoño se dé vida a si misma.
- Gracias a todos aquellos que con vuestra impaciencia me dabais ánimos para empuñar el bolígrafo un día más.

Intentaré contaros esta historia sin deciros su nombre. No, no se trata de una adivinanza, es que simplemente no puedo pronunciarlo. Lo siento, pero no puedo. No, después de lo que nos ha hecho pasar, a mi familia y a mí. No, sabiendo que disfruta al hacerlo. No, sabiendo que volverá a hacerlo si alguien no la detiene.
Pues resulta que ese… Ser, es una poderosísima bruja. Es la bruja más poderosa en muchas jornadas a la redonda. Cuentan que, como consecuencia de los vapores de tanta pócima y brebaje se ha quedado un poco, como se suele decir… ¡tocada del ala! Y dicen, acertadamente, que no hay nada peor que un poder desmesurado en las manos equivocadas.
De un tiempo a esta parte, la ha tomado con los niños, a los que les hace pequeñas putadas y luego se regodea en el sufrimiento infligido. Remueve el interior de sus indefensas victimas, eliminando de raíz el recuerdo de una acción, así como el verbo que la define. Y en su lugar deja un sentimiento desagradable, algo doloroso, algo que… una criatura de tan tierna edad no debería ni saber que existe.

… … …

Todo comenzó el día que mi niñita desapareció de casa en medio de la tarde. Nos pasamos horas buscándola. Pusimos la aldea patas arriba sin poder encontrarla. La angustia se apoderó de mí, al ver que caía la noche y seguíamos sin dar con ella.
Aun hoy no sé como llegué hasta aquel lugar. La última vez que estuve allí tendría la edad de mi Ío y mi abuela, colgaba de aquel puente. Ha llovido mucho desde aquello pero todavía permanece vívido en mi memoria. En aquellos tiempos turbulentos, aquel puente era el cadalso en el que se ajusticiaban las brujas de la zona, y algunas que no lo eran.
Pues en ese macabro escenario me encontré a mi pequeña. Y la sorpresa fue aún mayor al ver que estaba con… Me pongo mala solo de recordarlo. Las dos frente a frente, en silencio. Nunca había visto a mi niña mirar con esa intensidad. ¡¡Vaya ironía!! Una bruja convertida en verdugo. Al contemplar aquello, la ira prendió en mí arrancando de lo mas hondo de mis entrañas uno de esos gritos de madre enojadísima. Esos que hacen que los pájaros alcen el vuelo, y generan en su epicentro un silencio que te permite escuchar el aleteo de una mosca a varias leguas. Mientras mi dulce niñita se volvía impulsada por el estruendo de mi voz, la muy… la muy… ¡¡bruja!! ¡¡Desapareció!! Desapareció tan rápido que a veces pienso si me lo habré imaginado.
Palpé cada centímetro del cuerpecito de mi Ío en busca de algún daño aparente. Necesitaba comprobar de primera mano que mi niñita seguía tal y como yo la había traído a este mundo. Al tiempo que de mi boca manaban preguntas que no esperaban respuesta. Mi pequeña me miraba sin comprender nada, con una expresión difícil de descifrar, prendida de sus preciosos ojos inundados en lágrimas. Probablemente algo entre el “¡Cálmese señora!” y un “¿Nos conocemos?”.
Sobra decir que la reprimenda que le di aquel día solo había sido esbozada como técnica de tortura por el Santo Oficio y el posterior castigo aún no se había inventado.
Reconozco que soy una blanda y no puedo enfadarme con mi hijita mucho tiempo. A la mañana siguiente, comprendí que contra el poder de ese monstruo, mi Ío nada podía hacer, así que le levanté el castigo con la intención de que todo volviese a la normalidad lo antes posible. ¡¡Más quisiera yo!! A partir de aquel momento todo se convirtió en un infierno y ya nada volvió a su forma original.

Unos días después de todo aquello, al recoger a la pequeña después de clase, el maestro me informó del repentino y extraño comportamiento de mi niña. Aquel hecho, hasta el momento aislado, pronto se convirtió en rutina. Hay que decir que el Señor Maestro tampoco es que mostrase mucho interés en buscar soluciones. Era uno de esos seres que siempre se mantenían al margen del sufrimiento ajeno. El “incidente”, como le gustaba llamarlo a ese maestrucho engreído, repite siempre el mismo patrón aunque con pequeñas variantes. Los problemas aparecen cuando los niños juegan juntos, con independencia del momento del día o del lugar. Los juegos se desarrollan con normalidad hasta que Ío comienza a llorar desesperada, sin control ni razón aparente y con un intenso sufrimiento marcando su rostro. Miedo irracional en estado puro ahoga la alegría infantil de mi pequeña en esos momentos, sin dejar lugar a ningún tipo de consuelo o remedio. Y cuando al fin consigue calmarse parece extasiada, como si hubiese realizado un esfuerzo superior a su resistencia.

 
… … …

Después de tanto tiempo nadie ha acertado a darnos una solución y no será por que no la hemos buscado: médicos, sacerdotes, curanderos, sanadores, brujos, hechiceros y charlatanes varios… durante las primeras lunas lo probamos todo. Dimos cuenta del sufrimiento de mi niña a todo aquel que estuvo dispuesto a escucharnos, pero lo único que encontramos fueron sanguijuelas oportunistas dispuestas a lucrarse a costa del sufrimiento de mi pequeña. Así que hoy aprovecho la ocasión que me ha sido brindada para lanzar al viento este grito desesperado que suplica ayuda. Si alguien, bajo este sol, ha sufrido los caprichos de… de… lo siento, no puedo pronunciar su nombre… (Suspiro) Si alguien ha sufrido algo parecido y ha dado con el remedio, por favor le suplico que nos ayude. No tenemos mucho, pero haremos cuanto esté en nuestras manos por la felicidad de la pequeña Ío.


“La esperanza es una cosa con plumas que se posa en el alma”
City of angels

650x320mm
Bolígrafo sobre cartulina.
2012

miércoles, 1 de febrero de 2012

LA DAMA DE LA EMPEÑADA ALMA


Felicidad: estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

¿Que necesitas para ser feliz?
¿Que te hace falta, o que te falta?
¿Que estarías dispuesto a hacer para conseguirlo?
¿Que precio pondrías a tu propia felicidad?
¿Te atreves a intentar alcanzar la felicidad o te conformas con quejarte de tu mala suerte?

Amor: sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

Pero, ¿y cuando se trata de los demás?
De la gente que amas, ¿que estarías dispuesto a hacer para que ellos fueran felices?
¿Cual el bien a poseer?
¿Cual seria entonces el precio?
¿Cuanto estarías entonces, dispuesto a sacrificar?


El miedo se apoderó de mí en cuanto llegué al lugar pactado y comprobé que nadie me esperaba. Un tímido resplandor dibujaba la línea del horizonte, separando al fin cielo y tierra. El suave crepitar del fuego rompía, después de horas, el ensordecedor silencio que me había acompañado en el último tramo del viaje. Me dejé envolver por la mágica belleza del lugar, que me hizo perder la noción del tiempo hasta que de pronto comencé a sentirme observada. Al girarme, la vi a mi lado, con la complicidad en su gesto de quien ha compartido el camino. Las dos mirábamos en la misma dirección, absortas en algo que nuestros ojos no acertaban en comprender.
No pude evitar sentirme un poco decepcionada al verla. Me esperaba un trato un poco más personal, y un emisario era...
- Ha llegado el momento – dijo rompiendo el hilo de mis cavilaciones.
- Creí que ÉL, en persona, acudiría a la firma del acuerdo. – Dije sin poder contenerme.
- Me pregunto cual proceso mental la ha llevado a concluir en esa afirmación, querida. – dijo con un ademán interrogante. Y tras una leve pausa, continuó. - He sabido de su fascinación por la anatomía de ustedes las féminas y me imaginé que, al presentarme con este aspecto, estaría usted más cómoda. Debe saber que su bien estar personal es mi mayor preocupación en estos momentos. – respondió con una sonrisa, que junto con su suave voz, apaciguaron mis temores. - Estamos ante un acuerdo de crucial importancia para mí, y por ende para mi reino. Posee usted un alma de una pureza y bondad extremas. Hacía mucho que no veía un material de la calidad del suyo. Es cierto que tiene alguna que otra pequeña tara, pero aún así, sé de uno que ahora mismo debe estar tirándose de los pelos. Jajaja – ante mi mirada interrogante, aclaró - Ya sabe querida, ese al que ustedes llaman “TODOPODEROSO”… – y en aquel “Todo Poderoso” dejó entrever el desprecio que ambos se profesaban.
- Que considerado por su parte. No tenía que haberse molestado. ¿Y como quiere que le llame? Porque Lucifer no pega nada con ese cuerpazo que se ha sacado de a saber donde..
- ¡¡Puede usted llamarme Lu, querida!! Podríamos suponerlo el diminutivo de por ejemplo… Lucia. Ggg. ¿¿Que le parece??
- Como quiera… “Lu”. Estoy preparada, así que acabemos de una vez. Me gustaría terminar cuanto antes con esto y salir de aquí. Este lugar me pone los pelos de punta. – dije dejándome llevar por mi eterna impaciencia.
- Usted siempre con premura… Está bien, pero es una lástima. Estaba disfrutando mucho departiendo con usted. Siento como si ya nos conociéramos, y eso es muy poco habitual por estos lares – dijo Lu mostrándome un enorme atado de hojas que se había materializado al momento en sus delicadas manos. - Esté es el acuerdo que mi gente ha redactado. Se trata de un formulario estándar, lo típico en casos de la naturaleza del suyo. No hace falta ni que lo lea, al fin y al cabo estamos entre amigos. – dijo esbozando una sonrisilla. - Pero le resumiré los puntos críticos si le parece oportuno: exhalado su último suspiro, su alma tornará a la propiedad de “Infierno SL”. A cambio, dejará de sufrir tormento, el alma de ese joven al que ama en silencio. Su alma a cambio de una vida terrenal, feliz y plena para él. – Se paró un momento a mirarme de reojo, como si esperase que yo le confirmara aquella afirmación. Como no dije nada continuó. – Debo decir que es un muy bonito gesto por su parte. Y una vez mas me veo obligado a recordarle que podría conseguir mucho mas con un material de esa calida. Aún está usted en posición de negociar, si así lo desea.
- Con eso será más que suficiente. – dije con los ojos inundados en lágrimas a punto de derramarse en las arenas de aquel mágico y espeluznante paraje desértico.
-Ya no se ven, con frecuencia, gestos de generosidad como este. Se me partiría el corazón, si lo tuviera.
- ¿No hay trucos, ni letra pequeña? - pregunté ignorando sus triquiñuelas de buen vendedor.
- Por favor… – dijo mostrándose herida por mis palabras. – ¡¡No sé que le habrán contado a cerca de mis quehaceres, pero déjeme decirla que soy una profesional al frente de una empresa seria. Mentiras y engaños son las artimañas de los que se autodenominan “Los Buenos”!!
Pero si debo advertirla ante la posibilidad de que sus caminos se distancien con el tiempo y nunca pueda llegar a comprobar personalmente si los términos aquí descritos son alcanzados. Espero que lo haya entendido, ya que llegado el momento, esta situación no supondrá motivo suficiente para declarar nulo el acuerdo. Una vez firmado, el pacto se cumplirá en su integridad. Pueda usted comprobarlo o no. Todo está perfectamente descrito en esos pliegos. Sin artimañas, ni manipulaciones. Pero si desea formular alguna pregunta, este sería el momento.
Mis ojos se deslizaban entre los pliegos del acuerdo sin posarse en ningún punto en particular. Mis pensamientos me habían abandonado. Volando hacia la felicidad más absoluta o lo más cerca que llegaría a estar nunca de ella: poder verlo al fin completo, aunque fuera en brazos de otra mujer.
- La esperanza que me ofrece de conseguir lo que tanto ansío, bien vale mi alma. – dije estallando en un llanto incontrolable.
- Así pues, si se haya usted conforme con lo tratado, precisaré tan solo una gota de su sangre en la última página. Junto a su nombre. ¡¡Así de fácil!!


"¿Es usted capaz de guardar un secreto? Pues en secreto, ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos."
Frases de Monserga, Que Pasaría Si Muriera Hoy

320x640mm
Grafito y l. acuarelable sobre cartulina.
2012