jueves, 4 de febrero de 2021

DOÑA EULALIA


Hace tiempo se me pasó por la cabeza la idea de hacer un "intercambio cultural", en plan: «¿cómo sería si, por una vez, yo me centro en dibujar y alguien, que sepa lo que se hace, en escribir? ¿Qué pasaría? ¿Cuál sería el resultado?»

Lo malo de las ideas es que son como los eslabones de una cadena. Una idea arrastra a la siguiente mientras es, a su vez, arrastrada por su antecesora.
El tiempo pasó, y aquella idea-feliz quedó sepultada bajo diferentes estratos de ideas-eslabón.


Eran las 17:38 de un día cualquiera. Un día monótono de una serie que parecía interminable. Un día más, escondidos en un rincón oscuro frente a un enemigo invisible. Fue ese, y no otro, el día en que volvió a mí el catalizador de aquella idea-eslabón, ya olvidada tanto tiempo atrás. Solo que, por entonces, aún no lo sabía.

Aquel catalizador tenía nombre de mujer, de mujer poderosa y, aunque entonces era poco más que una extraña, instigó una reacción en cadena sin posibilidad de reinicio de emergencia.
Mandarica, que así se hace llamar, arribó a mi pajarera, cabalgando el cuervo en tránsito, pero sin sospechar qué/quién se ocultaba en sus profundidades. Por mi parte, le abrí las puertas de mi hogar como si también fuese el suyo.
Fue entonces cuando comenzaron a encadenarse los acontecimientos por los que escribo esta entrada.

Resumiendo, para no aburriros:
Mandarica, además de un encanto de persona, es  también escritora, y necesitaba ayuda con la portada de su segunda novela: La madre de todas las ciencias.

Por mi parte, acababa de cerrar Icaria, así que me dejé arrastrar por el eslabón que iba delante. Reconozco que la idea de ver uno de mis engendros estampado en la portada de un libro siempre me ha llamado poderosamente la atención, y Mandarica me planteaba un horizonte muy tentador para alguien amateur y, por completo desconocido, como yo. La portada de su libro. Un libro que publicará en Amazon y que, además, presentará a su Premio Literario 2021.


Ha tenido la gentileza de cederme un fragmento de su texto para presentarnos a Dña. Eulalia y su tragedia.


"Todos sabían que su madre y él no tenían una buena relación porque ella no tenía buena relación con casi nadie. Todos los que realmente lo conocían se preocupaban como si no recordasen que una simple conversación con su madre era puro sufrimiento, una lucha desde su comienzo hasta su término.

Y, entre tanto alboroto, tantas prisas y tantas gestiones, entre tanta falsa preocupación y tantos ánimos cínicos, la única imagen que se le venía a la cabeza era la del sillón gris marengo con flores marrones que tenía ya veinte años, donde su madre se sentaba en una posición perfecta cuando quería reprenderlo por algo. Ahí era donde mantenían todas las conversaciones importantes.

Sin hacer diálisis moriría pronto, y Román solo pensaba en que antes del desenlace se merecía una última conversación con ella, quizá la definitiva. Estaba harto de que ella tuviese siempre la última palabra."


Bolígrafo sobre papel
420x300 | 2021


Si os ha gustado y os apetece seguir leyendo para conocer a Dña. Eulalia, podéis visitar la web de Mandarica. Ahí encontrareis más información sobre el libro, dónde, cómo y cuándo conseguirlo.

Si os pasáis, no olvidéis darle un "laic". Y si no es mucho pedir, un bico de mi parte.


Mandarica, querida:

¡Gracias por todo!
Mucha suerte.
Un bico.