No podría comenzar de otra manera más
que pidiendo perdón por el retraso acumulado. Os aseguro que yo era el primer
interesado en que un nuevo trabajo viese la luz. La espera ha sido larga, lo
sé. Incluso me atrevería a decir que demasiado. Lo sé porque el retraso ha supuesto
sufrir en mis carnes el motivo causante del mismo. Pero como sabéis todo llega
para quien sabe esperar, y aquí tenéis una nueva entrega de este proyecto todavía
inacabado.Una nueva lágrima, o tal vez una nueva
esperanza. Tan solo el tiempo lo dirá.
Una vez más, hoy os hablaré de
pérdidas, o tal vez de reencuentros, quien sabe!
Estoy seguro que alguna vez habéis
perdido algo, algo valioso, algo preciado, algo que quizás sentíais como único..
y seguro que habéis removido cielo y tierra para encontrarlo. Mi madre habría
rezado a San… (sancosasperdidas…).
Yo he perdido muchas cosas, y sobre
todo a muchas personas. Algunas de ellas no volveré a verlas nunca, por más que
lo desee, por más que me duela ya solo existen en mi recuerdo y en el de
aquellos que las queríamos.
Por el contrario, hay otras personas a
las que si puedo volver y aunque en este caso concreto que tenemos entre manos,
la espera ha sido demasiado larga, ha llegado el momento de dar el paso y
desandar el camino hasta donde sea necesario para volver a retomar la senda
perdida. O por lo menos, si eso no es posible, dedicarnos un “hasta más vernos”
y continuar adelante con el alivio de haberme arrancado una espinita enquistada
tras tantos años.
Todo, absolutamente todo ha cambiado desde aquella calurosa tarde
de principios de primavera en la que nuestros caminos se cruzaron por primera
vez. Tu vida ha cambiado y tú con ella. Mi vida es hoy distinta de entonces, y
por supuesto yo no soy menos. Incluso la pintura que fue motivo y testigo de
nuestro encuentro, hace tiempo que ha desaparecido. Nuestros caminos se
separaron sin que ninguno de los dos entendiera el motivo o moviera un solo
dedo por impedirlo, recorriendo a diario las mismas calles vacías que antaño
nos arropaban en cada encuentro casual.
Desde hace tiempo, una canción me devuelve a tu recuerdo. Yo
tampoco lo entiendo. Una canción que versa sobre un atentado sangriento, que
nada tiene que ver contigo me arrastra inevitablemente a tu recuerdo. Una
canción que me golpea con cada palabra, desgarrándome el alma por la magnitud
de la verdad planteada. Una canción que sin pronunciar mí nombre me anima a
cambiar el presente, forjando así un futuro distinto. Una canción que aunque
habla de muerte y destrucción, me susurra al oído tu nombre. Yo tampoco lo
entiendo...
El tiempo pasó y volvimos a cruzarnos, claro que si, como tantas
otras veces. Aunque aquel día sería completamente distinto a todos los
anteriores. El encuentro fue casual y distante, pero los dos pusimos de nuestra
parte para diferenciarlo de todos los anteriores. Y en aquella encrucijada de
caminos, demolimos ese muro imaginario que nos había separado de una forma tan
traumática. Ambos, cada uno por su lado, habíamos soñado con aquel momento, lo
sé. El momento en que todo volviera al punto de donde nunca debimos alejarnos,
pero la ilusión duró poco, al despedirnos y abandonar la encrucijada poco de
ese cambio se materializó realmente. Tan solo fue visible en las tímidas
sonrisas que ocuparon el lugar donde antaño residían afiladas miradas.
Los días siguen pasando veloces y la distancia media entre
nosotros continua siendo la de un abismo profundo e infinito. Me gustaría, Dios
mismo sabe que me gustaría, pero no tengo forma de ponerme en contacto contigo,
desconozco donde vives e ignoro tu número de teléfono o el lugar donde para tu
cuervo. Así que me veo en manos de la providencia, forzado a esperar que un
alegre giro del destino te acerque a mí de nuevo, aunque tan solo sea por unos
minutos.
[...]
Y que más da quien haya sido, yo que deje de hablarte por aquel mal entendido
[...]
[...]
Y seguimos sin hablarnos ni después de lo ocurrido, vaya mierda de destino
[...]
382x256mm
Bolígrafo sobre papel
2013